El antioxidante ideal será aquel que mitigue el exceso de estrés oxidativo sin alterar la homeostasis redox. En otras palabras, la molécula ideal no debe reducir moléculas de señalización como el H2O2 pero debe reducir efectivamente oxidantes fuertes como el •OH.
Debido a que la molécula de hidrógeno es electrónicamente neutra y mucho más pequeña que la molécula de oxígeno, penetra fácilmente por las membranas celulares e intracelulares que normalmente son barreras que impiden que los antioxidantes solubles en agua penetren en las células y orgánulos tales como la mitocondria, fuente importante de producción de ROS.
El hidrógeno inactiva selectivamente los radicales hidroxilo (•OH) mediante la formación de agua, pero no reacciona con •O2- ni con peróxido de hidrógeno H2O2. En cultivos celulares, el hidrógeno ha demostrado prevenir la oxidación del ADN y preservar el potencial de membrana mitocondrial y la síntesis de ATP, manteniendo la morfología celular.
La capacidad selectiva del hidrógeno para neutralizar los radicales hidroxilo (•OH), permite que pueda ejercer sus efectos citoprotectores de varias maneras.
Estudios recientes han demostrado que los efectos del hidrógeno no pueden atribuirse únicamente a la eliminación de los radicales •OH, y se ha propuesto que el hidrógeno también mejora la actividad antioxidante endógena, aumentando la capacidad de neutralizar radicales libres, y modulando vías de señalización específicas.